lunes, 30 de septiembre de 2013

Las bellas



            Estoy dispuesto a jurar que Masha o, como la llamaba su padre, Mashia, era una verdadera belleza, mas no puedo demostrarlo. Ocurre a veces que las nubes se acumulan desordenadamente en el horizonte, y el sol, escondiéndose tras ellas, las pinta con todo los colores posibles: purpúreo anaranjado, dorado lila, rosado sucio; una nubecilla se parece a un monje, otra a un pez, otra más a un turco tocado con un turbante. El resplandor abarca la tercera parte del cielo; hace brillar la cruz de la iglesia y las ventanas de la mansión señorial; se refleja en el río y en las charcas; tiembla en los árboles; lejos, recortándose sobre el fondo iluminado, una bandada de patos silvestres vuela en busca de un lugar para pernoctar... El zagal, que va arreando vacas, el agrimensor, que atraviesa en carretela el dique; los señores que están de paseo: todos contemplan la puesta del sol y todos, sin excepción, encuentran que es terriblemente bella, pero nadie sabe ni podría decir en qué consiste esta belleza.  


... Usted la está mirando y, poco a poco, lo invade el deseo de decirle a Masha algo muy agradable, sincero, bello, tan bello como lo es ella misma.


... y que yo fuese un extraño para ella; o sentía vagamente que su rara belleza era casual, innecesaria, efímera; o, quizás, era mi tristeza aquel sentimiento especial que nace en el hombre al contemplar éste una verdadera belleza. ¿Quién lo sabe?


... Todo el secreto y el hechizo de su belleza consistían precisamente en estos pequeños e infinitamente graciosos movimientos, en su sonrisa, en el juego de su rostro, en las fugaces miradas que nos dirigía, en la conjunción de la fina elegancia de sus ademanes con la juventud, la frescura, la pureza del alma que se revelaban en su risa y en su voz, y con esa debilidad que tanto amamos en los niños, en los pájaros, en los jóvenes ciervos, en los jóvenes árboles. 

(Las bellas, Antón Chéjov)

jueves, 26 de septiembre de 2013

Minima Moralia

            Espejo de virtudes.-... La riqueza distancia de la inmediata injusticia.


            Jeroglífico.-... La extrema injusticia se convierte en imagen engañosa de la justicia, y la descalificación de los hombres en la de su igualdad. Pero los sociólogos se ven enfrentados a una desconcertante adivinanza: ¿dónde está el proletariado?



            Wishful Thinking.-... “Si tienes intelecto y tienes corazón –dice un dístico de Hölderlin-, muestra sólo uno de los dos. / Porque los dos te maldecirán si los muestras juntos.”
             

            El lobo como abuelita.-... Finalmente, el hecho de que en el cine deban intervenir numerosos expertos, incluso simples técnicos, garantiza tampoco su humanidad como la decisión de los gremios científicos competentes de las bombas y los gases tóxicos.


            El error de Juvenal.-... Ninguna agudeza de Karl Kraus tenía vacilaciones sobre quién era decente y quién un bellaco, sobre lo que era espíritu y lo que era estupidez, sobre lo que era escribir lo que era periódico.


Inaceptable.-... Y cesa cuando lo que se tiene para el otro no alcanza éste a recibirlo. No hay amor que no sea eco.


Consecutio temporum.-... La modernidad es una categoría cualitativa, no cronológica. Cuanto menos se deja persuadir por la forma abstracta, más necesaria es para ella le renuncia a la composición convencional de superficies, a la apariencia de armonía y al orden confirmado en la mera copia.


A dónde va el verso alemán.-... Hacen oídos sordos a la historia, que configura el verso en su expresión.


Novissimum Organum.-... Cuanto más próximos a la muerte se hallan los organismos, más tienden a involucionar hacia los movimientos espasmódicos. Según esto, las tendencias destructivas de las masas, que estallan en los estados totalitarios de ambas modalidades, no son tanto deseos de muerte como manifestaciones de lo que éstas han llegado a ser. Asesinan a fin de que lo que se encuentra vivo se les asemeje.


Para Terminar.-... Cuanto más afanosamente se hermetiza el pensamiento a su ser condicionado en aras de lo incondicionado es cuando más inconsciente y, por ende, fatalmente sucumbe al mundo, hasta su propia imposibilidad debe asumirla en aras de la posibilidad. Pero frente a la exigencia que de ese modo se impone, la pregunta por la realidad o irrealidad de la redención misma resulta poco menos que indiferente.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

lunes, 23 de septiembre de 2013

La última escala del Tramp Steamer

... Cuando descendí del auto el espectáculo me dejó sin habla. La transparencia del aire era absoluta. Cada grúa de los muelles, cada junco de la orilla, cada embarcación que cruzaba en un silencio irreal por las aguas inmóviles de la bahía, tenía una presencia tan neta que tuve la impresión de que el mundo acababa de ser inaugurado. Al fondo, con igual precisión, en una cercanía inconcebible, se alzaba la ciudad que construyó Pedro Romanoff para cumplir un delirio de autócrata genial y un sórdido propósito de astuto vástago de Iván el Terrible. Los blancos edificios y las relumbrantes cúpulas de las iglesias, los muelles de granito color sangre y los deliciosos puentes de estilo italiano que cruzan los canales, estaban al alcance de mi mano. Una inmensa bandera roja, ondeando sobre la fachada del almirantazgo, me regresaba a un presente cuya desleída  necedad resultaba impensable en ese instante en ese escenario sobrecogedor por la perfección de sus proporciones y la traslúcida presencia de un aire de otro mundo.


            La vida hace, a menudo, ciertos ajustes de cuentas que no es aconsejable pasar por alto. Son como balances que nos ofrece para que no nos perdamos muy adentro en el mundo de los sueños y de la fantasía y sepamos volver a la cálida y cotidiana secuencia del tiempo en donde en verdad sucede nuestro destino.


... Una y otra se complementarían en mis sueños, trasmitiéndose su voluntad de permanencia gracias a eso vasos comunicantes a través de los cuales también sucede la poesía.


... Dice el Dante que no hay mayor dolor que recordar en la miseria los tiempos felices. Pero hasta eso debemos hoy hacerlo solos y está bien que así sea.


... Esas palabras me dolieron en lo más hondo de mis sentimientos de anónimo partidario del carguero que conocí entrando al puerto de Helsinki, con la serena e imponente dignidad de los grandes vencidos.


... Dije que nunca más vi el tramp steamer, pero, en cambio, cuando volví a tener noticias suyas fue para conocer la desoladora plenitud de su historia. Pocas veces los dioses nos conceden que se corran los velos que disimulan ciertas zonas del pasado: Tal vez se deba a que no siempre estamos preparados para ello. Ignoro qué tan felices puedan ser aquéllos que consultan oráculos más altos que su duelo.


... Yo, por ejemplo, detesto el tren. Me da la impresión que son demasiados fierros y mucho ruido para un esfuerzo tan... tan necio diría yo”.


... Sólo que, en mi caso, por esa rendija se me escapó la vida. La vida que quise vivir, es claro. Esta de ahora es una tarea en donde sólo pongo el cuerpo. No es que lo hubiera perdido todo. Es que perdí lo único por lo que valía la pena seguir apostando contra la muerte”.


... Estas condiciones de hermosura y balance de Warda ejercieron en él, desde el principio, una influencia cuya profundidad y ramificaciones se fueron haciendo cada vez más evidentes y decisivas. Aunque podía sonar enfático y exagerado, el mundo había cambiado para Jon. Si el mundo albergaba a alguien así, entonces no era lo que hasta entonces había creído. Iba a cumplir cincuenta años dentro de pocos días y, de repente, todo lo que lo rodeaba tenía un aspecto por completo nuevo y desconcertante. Era muy difícil explicar. El adjudicarle el término de amor a un fenómeno tan total era caer en una simpleza, en una inaudita superficialidad. Con esa palabra se jugaba casi siempre con cartas marcadas. Aquí algo había despertado que, por ahora, no era posible encerrar en palabras.


... Se hacía la vana reflexión de que, a los cincuenta años, cuando pensaba que desde mucho tiempo atrás había cancelado esta clase de experiencias, era un tanto preocupante el caer de lleno en un callejón sin salida en donde sólo conseguiría cosechar, si se arriesgaba a seguir adelante, la ducha helada de un bien merecido rechazo. Al entrar a la desembocadura del Tajo, el corazón le palpitaba como a cualquier adolescente en la banca de un parque público.


... “Mientras esto dure, así será, como es ahora. No podrá ser de otra forma y los dos lo sabemos muy bien. Lo importante es no tratar de modificar la situación, ni dejar que otros intervengan para intentarlo. Depende de nosotros y no hablemos más de eso porque, además de aburrido, es inútil”.


... “¡No, por Dios!, no se trata de eso. Ahora no podría soportar ni siquiera la idea de no vernos más. Tengo que poner los pies en la tierra, pero te llevo conmigo. Tu me entiendes, tú lo sabes tan bien como yo. No quiero hablar de eso”. Estas y otras reflexiones semejantes fueron tema de conversación cada vez más constante a medida que iban acercándose a Kingston.


... Ahora tenía un carácter más apremiante y necesario. Cualquiera que pudiera ser la determinación de Warda respecto al futuro, me resultaba insufrible pensar que no la volvería a ver. La despedida en Kingston no podía ser la definitiva. Se me acumulaban en la mente todas las cosas que no le había dicho durante nuestra vida en común.



... Los hombres –pensé- cambian tan poco, siguen siendo tan ellos mismos, que sólo existe una historia de amor desde el principio de los tiempos, repetida al infinito sin perder su terrible sencillez, su irremediable desventura. Dormí profundamente y, contra mi costumbre, no soñé cosa alguna. 


(La última escala del Tramp Steamer, Álvaro Mutis)

jueves, 19 de septiembre de 2013

Por quién doblan las campanas

            La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre. Era mejor mostrarse alegre, y ello era una buena señal. Algo así como hacerse inmortal mientras uno está vivo todavía. Era una idea un poco complicado. Lo malo era que ya no quedaban con vida muchos de buen humor. Quedaban condenadamente pocos. “Y si sigues pensando así, muchacho, acabarías por largarte tú también. Cambia de disco, muchacho; cambia de disco, camarada. Ahora eres tú el que va a volar el puente. Un dinamitero, no un pensador.


            –Oiga –dijo Robert Jordan, inclinándose hacia él, mientras metía la taza en el recipiente para servirse otra vez vino–. Oiga, si tengo que pedir alguna vez un favor a alguien, se lo pediré cuando llegue el momento.


... Estaba violando el segundo mandamiento de los dos que rigen cuando se trata con españoles: hay que dar tabaco a los hombres y dejar tranquilas a las mujeres. Pero vio también que no le importaba nada. Había muchas cosas que le tenían sin cuidado;


... Pero cuando se mata a un hombre, a un hombre que es como nosotros, no queda nada bueno.
            –No puedes clavar su pata en la puerta de la iglesia –dijo Jordan.
            –No, sería una barbaridad. Y sin embargo, la mano de un hombre es muy parecida a la pata de un oso.
            –Y el tórax de un hombre se parece mucho al tórax de un oso –comentó Jordan–. Debajo de la piel, el oso se parece mucho al hombre.
            –Sí –agregó Anselmo–. Los gitanos creen que el oso es hermano del hombre.
            –Los indios de América también lo creen. Y cuando matan a un oso le explican por qué lo han hecho y le piden perdón. Luego ponen su cabeza en un árbol y le ruegan que los perdone antes de marcharse.

            –Los gitanos piensan que el oso es hermano del hombre porque le gusta beber cerveza, porque le gusta la música y porque le gusta el baile.

(Por quién doblan las campanas. Ernest Hemingway)

viernes, 13 de septiembre de 2013

Cosmos

            Oculto dentro de toda investigación astronómica, a veces enterrado tan profundamente que el mismo investigador no se da cuenta de su presencia, hay siempre una especie de temor reverencial.



            Mientras tanto, y en otras partes, hay un numero infinito de universos, cada uno con su propio dios soñado, su sueño cósmico... Se dice que quizás los hombres no son los sueños de los dioses, sino que los dioses son los sueños de los hombres.



            Saber muchas cosas no es lo mismo que ser inteligente; la inteligencia no es solamente información, sino también juicio, la manera de coordinar y hacer uso de la información. 



            La escritura es quizás el mayor de los inventos humanos, un invento que une personas, ciudadanos de épocas distantes, que nunca se conocieron entre sí. Los libros rompen las ataduras del tiempo, y demuestran que el hombre puede hacer cosas mágicas.



            Los libros son como las semillas. Pueden estar siglos aletargados y luego florecer en el suelo menos prometedor.



            El proceso evolutivo sé caracteriza por una poderosa aleatoriedad.



            Cuanto más atrás ocurran los acontecimientos críticos, más poderosa puede ser su influencia en el presente.



            No está todavía claro que tengamos la sabiduría necesaria para evitar nuestra propia destrucción. Pero muchos de nosotros están luchando duro por conseguirlo. 



            Dijo que se conseguían mejores resultados si no se pensaba demasiado. Como sucede actualmente con la búsqueda de vida extraterrestre, la especulación sin freno delos aficionados había ahuyentado del campo a muchos profesionales.


(Cosmos, Carl Sagan)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Dorotea

De pronto pensó: “No la hubiera dicho si se tratara de mi mujer”. Buscar a Dorotea en la hija fue una ilusión desesperada. Toda persona es irremplazable.

(Dorotea, Adolfo Bioy Casares)

Figura artística



A los desprevenidos los espanta la acumulación de objetos caseros horrendos por su parentesco con las obras de arte... Los arquetipos que hoy día el cine y la canción de moda están creando para la obliterada intuición propia de la fase del industrialismo tardío no es que liquiden el arte, es que sacan a la luz con ostentosa imbecilidad la ilusión que ya en las obras de arte primigenias vivía amurallada y que aún le confiere su poder a las más maduras.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

martes, 10 de septiembre de 2013

Al romper el alba

... Deba no dijo nada. Había perdido su delicioso impudor kamba y le acaricié la cabeza agachada, que tenía un tacto delicioso, y le toqué los sitios secretos detrás de sus orejas y ella levantó la mano, furtivamente, y tocó mis peores cicatrices.


            Sentado allí tomando mi té pensaba que la escisión, en el campamento, una escisión amistosa pero una escisión en espíritu y en apariencia, no era entre los creyentes y los no creyentes, ni entre lo bueno y lo malo, ni entre lo antiguo y lo nuevo, sino fundamentalmente entre cazadores y guerreros activos y los demás. Keiti había sido un hombre de guerra, un soldado, un gran cazador y rastreador y era él quien lo mantenía a todo cohesionado con su gran experiencia, conocimiento y autoridad. Pero Keiti era un hombre conservador de considerable riqueza y propiedades y en el tiempo de cambios que vivíamos ahora los conservadores tenían un papel difícil. Los jóvenes que habían sido demasiado jóvenes para la guerra y que nunca habían aprendido a caza, porque en su país ya no había caza, y eran chicos demasiado buenos e inexpertos...


... Todos nosotros considerábamos que cualquier clase de herida o desastre que nos pasase y que no produjese lesión grave ni fuera fatal era algo extraordinariamente cómico y eso era difícil para aquel chico que era delicado y amable y cariñoso. Quería ser guerrero y cazador, pero en cambio era aprendiz de cocinero y mozo de comedor.


            –Ya lo sé. Pero, por favor, no hagas daño a otras personas.
            –Todo el mundo hace daño a otras personas.


            –Entonces de repente la tontería se hace tan real como si alguien te cortase un brazo. Cortado de verdad. No como en un sueño. Quiero decir cortarlo de verdad de un tajo como Ngui con el panga.


            –Ya lo sé –dije–. Todo forma parte de lo mismo, gatita. Nada es tan simple como parece. Yo no soy bruto con esa chica. Sólo es una manera de ser correcto.


            –Pero ahí está esa extraña brusquedad y la inhumanidad y las bromas crueles. En todos vuestros chistes está la muerte. ¿Cuándo empezará otra vez a ser todo agradable y encantador?


            –Nos enseñan tan pocas cosas en la escuela –comentó Willie–. ¿Puedes darme alguna idea general sobre los Ríos del Viento, Papá?


            –Espero que esta vez esté buena. Debe de tener una mujer encantadora porque es tan feliz y amable. Cuando la gente tiene una mujer mala se les nota lo primero de todo.
            –¿Y qué me dices de un mal marido?
            –También se nota. Pero algunas veces se tarda más porque las mujeres son más valientes y leales.


            Había problemas de diversa índole. Pero el fuego y la noche y las estrellas los hacían parecer pequeños.



... Estaba claro que los mau–maus tenían misioneros entre los masais y estaban organizando a los kikuyu que trabajaban en las talas madereras del Kilimanjaro.

(Al romper el alba, Ernest Hemingway)

lunes, 9 de septiembre de 2013

Gracias, Lorenzo.

Lorenzo de Valla era un polígrafo del Renacimiento italiano. Un hombre controvertido, brusco, crítico, arrogante y pedante, que fue atacado por sus contemporaneos por sacrilegio, impudicia, temeridad y presunción… entre otras imperfecciones. Tras concluir que, por razones gramaticales, el credo de los apostoles no podía haber sido escrito realmente por los doce apóstoles. La Inquisición le declaró hereje y sólo la intervención de su mecenas, Alfonso, rey de Napoles, impidió que fuera inmolado. Inasequible aldesaliento en 1440 publicó un tratado demostrando que la Donación de Constantino era una burda falsificación. El lenguaje del documento equivalía al latín cortesano del siglo IV… Gracias a Lorenzo de Valla, la Iglesia católica romana ya no reclama el derecho a gobernar las naciones de Europa.

(El mundo y sus demonios, Carl Sagan)

Lonja



En una sorprendente anotación de su diario, Hebbel deja caer la pregunta de qué es lo que, “con el paso de los años, resta a la vida su encanto”. “Y es que en todas las muñecas vistosas, cuando quedan desvencijadas vemos el mecanismo por el que se las mueve, y, a causa de ello, la estimulante variedad del mundo se diluye en una insípida uniformidad. Cuando un niño ve actuar a los volatineros, tocar a los músicos, traer el agua a las muchachas y rodar a los carruajes, piensa que todo eso acontece por el puro placer y alegría de hacerlo; no puede imaginarse que esa gente también come y bebe, se va a la cama y se levanta. Pero nosotros sabemos cuál es la realidad.”... Los animales, al existir sin realizar ninguna tarea que el hombre les reconozca, son algo así como la expresión de su propio nombre, de o por esencia no intercambiable. Ello hace que los niños los amen y que su contemplación sea dichosa. Yo soy un rinoceronte, significa la figura del rinoceronte. Los cuentos y las operetas conocen estas figuras, y la cómica pregunta de la mujer acerca de cómo sabemos que Orión se llama en realidad Orión se eleva a las estrellas.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

jueves, 5 de septiembre de 2013

compañeros en la vida, compañeros en la muerte

Pasaron los años. Kikuo se hizo viejo y decrépito, y un mal día cayó enfermo. Yacía solo y abandonado en su pobre yacija, pensando con añoranza en su hermoso jardín, que en aquella época del año estaba florido, y en sus amados crisantemos. 

-¡Si muero, tendré que abandonaros! -murmuró, mientras una lágrima resbalaba por sus marchitas mejillas.

En aquel momento oyó un rumor de voces y un ruido de pisadas. La puerta se abrió y entraron en la estancia numerosos muchachos, pintorescamente vestidos de muchos colores, y todos ellos hermosísismos. Los visitantes rodearon el lecho, se inclinaron sobre el moribundo y dijeron:

-Somos los espíritus de los crisantemos que has plantado. Nos apena muchísimo verrte en este estado y por eso hemos venido a hacerte compañía.

El anciando sintiose confortado; una sonrisa triste apareció en su rostro pálido; y casi a pesar suyo, murmuró estas palabras:

-¡Cómo me apena dejaros, florecitas mías! Mas ¿cómo es posible que me acompañéis?

-Kikuo -dijeron a una vos los muchachos-; has sido un amigo para nosotros; más que un amigo: un padre; nos has dado toda la ternura de tu corazón, y nosotros no somos ingratos. En el mismo momento en que mueras, también nosotros moriremos y te seguiremos al cielo. Te lo prometemos solemnemente.

Al cabo de unos días, Kikuo murió; cuando llegaron los vecinos a rendir los honores póstumos a sus restos mortales, vieron con asomobro que todos los cristantemos que el muerto había plantado yacían en el suelo, marchitos.

(El hombre de los cristantemos)